Hoy, mientras bajaba al perro, se me ha ocurrido que dado que la universidad me absorbe tanto tiempo como Sasha Grey, podría dedicarme a hacer entradas cortas relatando las experiencias que tengo junto a un pequeño manojo de huesos llamado Pinky. A día de hoy, Pinky tiene 12 añitos perrunos y paso de hacer cuentas imbéciles que me dirían que en realidad tiene 84 humanos. Ya me gustaría a mí conservar erecciones naturales con 84 primaveras.
El caso es que es un perrillo esquelético, similar al Bodeguero Andaluz, pero marrón entero salvo por algunas excepciones blancas. Lleva "calcetines", tiene el cuello blanco, la parte inferior del cuerpo también, el hocico negro y la punta del rabo(el no-sexual) también. Lo último que tiene blanco son los ojos y ahí está la gracia. Hace unos añitos le diagnosticó la veterinaria unas cataratas por causas ajenas a la diabetes, lo que nos quitó un peso de encima a la familia. La opción de operar no nos gustó porque nos dijeron que se orientaría perfectamente gracias a olfato y oído. JA, AMIGOS, JA.